A medianoche, en el mes de junio,
permanezco de pie bajo la mística luna.
Un vapor de opio, como de rocío, tenue,
se desprende de su dorado halo,
y, lentamente manando, gota a gota,
sobre la cima de la tranquila montaña,
se desliza soñolienta y musicalmente
hasta el universal valle.
El romero cabecea sobre la tumba;
la lila se inclina sobre la ola;
abrazando la niebla en su pecho
las ruinas se van a dormir.
Parecido a Leteo, ¡mira!, el lago
parece que se entrega a un sueño consciente
y no despertaría por nada del mundo.
¡Toda la belleza duerme! Y ¡mira dónde reposa
Irene, con sus destinos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario